50 años de una escuela. Una experiencia memorable


En la ruta, atravesando kilómetros entre campos sembrados y agricultores para los que no figura el domingo en sus calendarios, volvemos a Buenos Aires.
Después de asistir al 50 aniversario de la 1era Escuela Normal Provincial de la ciudad de El Colorado provincia de Formosa, donde como testigo en primera fila, presencié infinidad de abrazos de reencuentro y anécdotas del proceso de fundación que entre risas y lagrimas se compartían.
Y es difícil no conmoverse también ante tanta historia de entrega desinteresada, tanta energía del primer cargo puesta en pelearle al analfabetismo, apostando a un futuro mejor también para los que no viven en las grandes ciudades.
Y conocí cantidad de maestros, educadores con mayúsculas que describían imágenes que, desde la experiencia personal, se ven como heroicos aunque los pintan como actos mínimos y cotidianos, lo que agiganta a sus autores.
Historias que permitían representar al chacarero inmigrante, llevando a sus hijos a la escuela apostando a la superación a través de la educación; al verdadero significado de integración de los alumnos con capacidades diferentes en la única escuela secundaria del lugar; al valor de la asistencia perfecta cuando hay que atravesar kilómetros sin asfalto y mucho menos bicicleta.
Y entonces la fe se renueva y cobra vuelo, y dan ganas de zambullirse en este nuevo desafío y hacerle frente a la revolución que vislumbramos porque ya está golpeando la puerta.
Cómo no confiar en que van a poder con él, si los que precedieron a los que hoy están en esas aulas les marcaron el camino y señalaron que se puede, contra dificultades gigantes, igual se puede.
Hoy desde el gobierno central se habla de integración e igualdad, al mismo tiempo que se gira a las provincias netbooks, computadoras y manuales que se reciben con entusiasmo y anticipación, pero que traen pocas palabras que refieren a la capacitación del docente, poco explican de éste nuevo paradigma que provoca la irrupción de la tecnología en la vida de todos. Y en la del chiquito que encontré sentado en la vereda de “el Cyber” del lugar, esperando que abriera a las 4 para pegarse a la pantalla de la computadora con los pies colgando de la silla y los ojos sin pestañear.
Cómo integrar a éstos nativos digitales por instinto, con los maestros por vocación?
La experiencia personal me dicta que esta revolución educativa sólo será posible de la mano de los maestros, quienes están llamados a liderar éste proceso, no ya como poseedores de las respuestas correctas sino como facilitadores de contenidos significativos y estrategias que demanda el mundo actual.
Lo vivenciado en estas horas me confirma que los maestros serán los artífices de éste cambio logrando una nueva alfabetización, esta vez digital, previo paso indispensable: la formación y capacitación.
Es fundamental dedicar tiempo y recursos para rediseñar el rol del maestro, quien, capacitado en la integración de la tecnología al trabajo diario, volverá a escribir historias de entrega y fundación de una nueva escuela.


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