Resintonizar, rediseñar, readaptar, recomprender el rol docente.


En los últimos tiempo mucho se habla de la integración de la tecnología al ámbito escolar.
Es evidente la gran resistencia que desde siempre presentó la escuela a varios intentos de “modernización”; sino cómo explicar que en los últimos 50 años no se hayan observado cambios significativos en su estructura.
¿Qué debe hacer la escuela frente al dilema de la inclusión de las nuevas tecnologías? ¿Qué desafíos pedagógicos generan? ¿Cuál es el rol de la escuela? Y el de los docentes?
Las nuevas tecnologías desbaratan las prácticas pedagógicas tradicionales, el modo discursivo, el docente como poseedor de todas las respuestas correctas. Derrumban su estructura, su organización, su planteo áulico y discrepan con las habilidades y el valor de los contenidos que transmite.
Algunos docentes por vocación se sienten inseguros, de hecho no fueron capacitados para integrar la tecnología a sus prácticas diarias cuando transitaron el Profesorado; les inquieta ingresar a un aula en la que se sospechan en “desventaja” con sus alumnos, sintiendo que la tradicional relación de poder entre maestro y alumno ha sido alterada. Otros sólo piensan en objetar, en reclamar retribuciones extra por capacitación, exigir las mejoras “comprobables” que las nuevas tecnologías aportan o concluir que la educación tiene otras deudas más básicas sin cancelar.
Ante este escenario se ve a la escuela dubitativa y desorientada, cuestionada y hasta invalidada. Algunos segmentos de la sociedad le reclama que sigue aferrada a un modelo obsoleto que defrauda a cada promoción de egresados que comprueban que su escuela no los preparó para enfrentar los desafíos del mundo moderno, por otro lado los alumnos muestran apatía y aburrimiento frente a las temáticas y tareas que ofrece diariamente la escuela.
Volviendo a las preguntas iniciales, ¿qué puede hacer la escuela? ¿Cuál es el camino a seguir?
Para empezar, reconocer la importancia de las TIC en todos los ámbitos de la sociedad y abrir las puertas y ventanas de la escuela. Fomentar su uso en el aula se constituye como una necesidad de adaptar el sistema educativo a una sociedad cambiante. El reto a la educación hoy es la integración de las TIC; este reto tangible y político también es una instancia para reflexionar, para repensar qué significa ser educado y competente hoy, una oportunidad para reducir la distancia entre la escuela y la sociedad, para darle un significado real a cada propuesta.
Es un reto para nosotros también; ¿seremos capaces de rediseñar, resintonizar, recomprender el rol docente? ¿De estar a la altura de los tiempos y ceder el lugar “en el frente”? ¿de abandonar las practicas tradicionales, de dejar de dar “más de lo mismo” para animarnos a recrear e intentar recuperar en nuestros alumnos la curiosidad, la alegría y el interés por aprender?
Mi experiencia con el modelo 1 a 1 ha sido fascinante, un camino de experimentación y descubrimiento diario, de probar “a ver qué pasa”, ver qué sale, de andar juntos docentes y alumnos por un camino desconocido, de intercambiar saberes para construir uno nuevo, de aprender de ellos y con ellos. De romper con paradigmas que presentíamos obsoletos, de desoír los preceptos grabados desde que transitamos nuestra propia escolaridad, de ocupar el lugar de “gestionador” para darle sentido y contenido a la tecnología.
Que genera dudas e inseguridades, claro! Fuimos formados en una escuela donde las respuestas correctas, la autoridad, las dinámicas, el ritmo de trabajo estaban digitados por el docente. Esa escuela fue eficaz en otro tiempo, no en este. Hoy se impone la inteligencia colectiva, la construcción del conocimiento en la interacción con el otro, el aprendizaje colaborativo, la negociación de significados; el ponernos en el mismo plano, codo a codo con nuestros alumnos para alcanzar el objetivo, ya no hay una sola respuesta correcta ni tiene valor acumular información.
Necesitamos convertirnos en educadores, pasar de diseñar preguntas para respuestas relativamente obvias, de proveer simples datos inconexos e irrelevantes a presentar situaciones problemáticas que integren la aplicación de estrategias como el pensamiento crítico, la evaluación de las diferentes variables y la tecnología debe ser el medio para promover el recorrido de estos caminos, de estar en sintonía con los intereses de nuestros alumnos y con los desafíos que encontrarán en el mundo profesional.
La oportunidad está al alcance de la mano, el cambio empieza por nosotros, es “mucho más un cambio de actitud que de aptitud” (A. Piscitelli, 1@1 Derivas en la Educación Digital, 2010). No se trata de un proyecto tecnológico o informático sino pedagógico. Nuestra tarea? ser capaces de animarnos a este cambio de paradigma, de transitar este territorio digital de la mano de un “reverse mentor”, de producir nuevos aprendizajes utilizando estas herramientas, de promover la creatividad, la curiosidad y reinstalar en nuestros alumnos el placer por aprender.Ese es el increíble desafío, es un viaje sin mapas ni manuales hacia una nueva utopía: la de provocar una revolución desde el aula.



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